1 Samuel 31
La muerte de Saúl
La muerte de Saúl (1-5)
El escritor vuelve a la guerra entre Saúl y los filisteos. Retoma la batalla cuando los cadáveres de los israelitas están esparcidos por el monte Gilboa. Así, mientras David luchaba y prevalecía contra los amalecitas, Saúl y sus hijos, Jonatán, Abinadab y Malquisúa, eran asesinados en la batalla (1-2).
Los detalles de la batalla están ausentes. Lo único que se sabe es que, al día siguiente de la visita de Saúl a la vidente los filisteos lanzaron su ataque. El objetivo de este relato es centrarse en la muerte de Saúl. Los israelitas habían sido tan derrotados que los arqueros de los filisteos abandonaron la batalla y se fijaron en Saúl y su guardia. Pusieron a Saúl al alcance de una andanada de flechas y las dejaron volar.
En uno de los grupos de flechas, Saúl fue alcanzado y herido mortalmente (3).
Saúl pidió a su escudero que sacara su espada y lo rematara, pues no quería caer en los abusos y torturas de los filisteos. Saúl sabía que, si lo atrapaban, los filisteos mutilarían su cuerpo en vida. El paje de armas se negó, por lo que Saúl colocó su propia espada contra su pecho y luego cayó sobre ella, matándose. El escudero de Saúl, al ver que éste había caído sobre su propia espada, hizo lo mismo, negándose a sobrevivir a su señor. Es probable que el escudero de Saúl fuera incapaz de soportar el remordimiento de no haber podido salvar la vida de su amo. Los 3.000 hombres de Saúl lucharon valiente y fielmente para salvar la vida de Saúl, y todos ellos murieron en el proceso (4-6).
Las consecuencias de la guerra (7-13)
El ejército filisteo, al girar y concentrarse en Saúl, dio al resto del ejército de Saúl un momento en la batalla para escapar. Mientras huían del campo de batalla, se extendió rápidamente la noticia de que Saúl y su dinastía habían muerto. No quedaba nadie para tomar el cetro de Israel.
Los israelitas del norte y del otro lado del Jordán empezaron a abandonar sus ciudades sin luchar. El dominio del poder filisteo sobre los israelitas era mayor que antes de que Saúl fuera rey.
La principal misión que Yahvé le había encomendado a Saúl no sólo fue una misión fallida bajo el liderazgo de éste, sino una misión tan fallida que dejó la opresión filistea, al menos en el norte, en un momento de lo más incierto. No parece que los filisteos invadieran el sur de Israel, donde vivía la tribu de Judá (7).
Saúl debió ser asesinado al anochecer, pues su cuerpo no fue encontrado hasta el día siguiente, cuando los filisteos acudieron a despojar a los soldados israelíes de sus objetos de valor. Al despojar a los soldados, se encontró el cuerpo de Saúl; estaba decapitado y despojado igual que el de Goliat. La noticia de la muerte de Saúl se difundió por los centros de culto de los filisteos (7-8).
Finalmente, trataron la armadura de Saúl como las armas de Goliat habían sido tratadas por Israel, colocándolas en el templo de Astarot. Colgaron la cabeza de Saúl en el templo de Dagón (1 Crónicas 10:10). Luego llevaron el cuerpo desnudo y sin cabeza de Saúl, junto con el de sus hijos, a Bet-sán y los clavaron en una pared, tal vez un muro de la plaza pública (2 Samuel 21:12). Se cree que Betsán era la ciudad de los filisteos que se adentraba más al este del territorio israelí. Los filisteos estaban dejando claro a los israelitas que no tenían rey, ni futuro rey: estaban sin líder (9-10).
Los hombres de Jabes de Galaad se enteraron de que el cuerpo de Saúl estaba colgado en la pared de Bet-san. Al amparo de la noche, recorrieron algo menos de quince millas y rescataron el cuerpo de Saúl, junto con sus hijos, y los llevaron a Jabes de Galaad. Allí los quemaron para que los filisteos no pudieran descubrirlos y profanarlos más (11-12).
Por último, tomaron los huesos restantes que habían sobrevivido al fuego y los enterraron bajo el tamarisco y luego ayunaron siete días (13).
Finalmente, David hizo trasladar los cuerpos de Saúl y de sus hijos al sepulcro familiar de Cis (2 Samuel 21:12,14).
Salmo 107:33-43
Yahveh redime
El Salmo 107 es un "Salmo de Acción de Gracias"; se desconoce el autor y la ocasión, pero algunos creen que fue escrito al regresar a Jerusalén del cautiverio para algún día de fiesta. Obviamente, este salmo está estrechamente relacionado con los dos salmos anteriores. Los salmos anteriores se escribieron para celebrar el regreso del Arca, y éste para el regreso del pueblo de Dios.
Este salmo está dividido en siete secciones:
El agradecimiento inicial de los redimidos (1-3)
Agradecimiento de los sintecho por ser reubicados (4-9)
Agradecimiento del preso por ser liberado (10-16)
Agradecimiento de los enfermos por haber sido restaurados (17-22)
Agradecimiento de las víctimas del huracán por haber sido rescatadas (23-32)
Agradecimiento final de los revitalizados (33-42)
Ánimo final para recordar (43)
Propósito: Mostrarnos cómo orar cuando hemos sido restaurados de una temporada de derrota, con énfasis en quién nos ha redimido en última instancia de nuestras dificultades y quién continuará redimiéndonos.